Descripción del proyecto
TOXINA BOTULÍNICA
Los movimientos de la cara ya sea en su vertiente puramente fisiológica (hablar, comer, etc.) como en la vertiente expresiva, generan a lo largo de la vida determinados tipos de surcos y arrugas.
La coexistencia con otros cambios cualitativos o cuantitativos puede agravar o no todos estos signos.
Ten en cuenta que este, como todos los tratamientos estéticos, requiere de una exploración individualizada de cada paciente. Este tratamiento es transitorio y no pretende sustituir a otros tratamientos quirúrgicos o no quirúrgicos. Siempre que el resultado te haya convencido deberás repetirlo con periodicidad para mantenerlo.

Tratamiento mediante toxina botulínica (botox).
En el rejuvenecimiento facial el cirujano plástico evaluará y diferenciará los cambios cuantitativos de los cambios cualitativos. Los cambios cuantitativos pasan por soluciones quirúrgicas para eliminar tejidos sobrantes o elevar y recolocar la piel, la grasa y la musculatura.
Los cambios cualitativos necesitan otro enfoque; requieren de la fortificación de los tejidos (realizado mediante exfoliación o rellenos), mantenimiento de esta fortificación (mediante dieta, hábitos, tratamientos de piel, protección solar, etc.) y eliminación de determinados agentes causales del envejecimiento (mediante protección solar, dieta y hábitos, control de la movilidad muscular, etc.). Por tanto, el envejecimiento facial está producido por múltiples factores.
Los mejores candidatos
para este tratamiento
Los mejores candidatos para recibir tratamiento mediante toxina botulínica son aquellos pacientes que presentan, fundamentalmente, arrugas o surcos faciales producidos o agravados por la expresión facial. Entre este tipo de arrugas se encuentran las del entrecejo, las arrugas transversales de la frente, las patas de gallo o las arrugas del cuello.
¿Qué es la toxina botulínica?
La toxina botulínica (botox) es una proteína producida por la bacteria Clostridium Botulinum que tiene la propiedad de alterar determinadas terminaciones nerviosas responsables de la contracción de los músculos. Una vez que la toxina entra en contacto con estas terminaciones, las altera produciendo parálisis muscular temporal. El efecto de la toxina es transitorio, de forma que las terminaciones nerviosas afectadas vuelven a la normalidad en un periodo de tiempo variable que no suele superar los seis meses. Por este motivo para mantener los resultados obtenidos, se deben repetir las inyecciones con una determinada periodicidad. Los primeros usos de este producto datan de 1920. En 1974, la forma purificada de la toxina, se comenzó a emplear en el tratamiento del estrabismo.
Desde 1992 se viene empleando rutinariamente en tratamientos estéticos, el primero de los cuales fue el suavizado de las arrugas del entrecejo. Los efectos de la toxina sobre los músculos suelen comenzar en unas 48 horas y alcanzan el máximo en unos 5 a 7 días. Transcurridos de tres a seis meses la musculatura paralizada vuelve a la normalidad.
Durante el tiempo de acción no existe, hasta el día de hoy, ninguna forma de contrarrestar el efecto. Debido a la naturaleza de acción de este producto y a la respuesta del organismo para neutralizar su efecto, no es aconsejable repetir tratamientos antes de los tres meses o utilizar dosis más altas de las aconsejadas.
INFORMACIÓN DE INTERÉS
Una vez realizada la preparación de la toxina (botox) ésta se inyectará minuciosamente en los lugares seleccionados. Para tratar las arrugas del entrecejo suelen ser necesarias unas cinco punciones.
El tratamiento de otras áreas como las patas de gallo, las arrugas de la frente, la elevación de las cejas o el cuello requerirán punciones adicionales. En total no se debe sobrepasar el contenido de un vial (100 unidades) y no debe repetirse antes de que hayan pasado tres meses del anterior. Las punciones no suelen ser dolorosas al emplearse una aguja muy fina. En ocasiones la infiltración se realiza durante un acto quirúrgico como la blefaroplastia o el lifting para mejorar los resultados obtenidos por estas operaciones.
El tratamiento con toxina botulínica o botox podrá mejorar tu apariencia y autoestima, pero no necesariamente conseguirás un aspecto «ideal o perfecto» o cambiará la apreciación que los demás tengan de ti. Antes de decidirte por este tipo de tratamiento piensa cuidadosamente en las expectativas y compártelas con tu cirujano, Jaime A. García.
Otros usos de la toxina se encuentran en la mejora de las bandas verticales del cuello, en la elevación o modificación de la forma de las cejas y en la atenuación de determinados inestetismos causados por la contracción expresiva de determinados músculos de la nariz, boca o la borla del mentón.
Aunque puede colaborar en su suavizado, la toxina (botox) no eliminará las arrugas estáticas (las que existen aunque la cara no se mueva y para las cuales existen otros tratamientos) o las arrugas verticales de los labios.
Este tratamiento estético de toxina botulínica, además puede emplearse para tratar la hipersudoración de las axilas, palmas de manos y pies, para tratar migrañas, determinados procesos musculares que cursan con contracturas o hiperactividad (tics, torticolis, afectaciones cerebrales, estrabismo), etc. Muchos de estos tratamientos precisan dosis de toxina que pueden llegara ser dos o tres veces superiores a las necesarias para tratamientos estéticos.
Los efectos de la toxina (botox) pueden acentuarse en pacientes que estén tomando antibióticos del tipo aminoglucósidos. El efecto de la toxina se anula o es débil en aquellos que toman D-penicilamida, Ciclosporinfi o quinolonas. El uso de la toxina está prohibido en pacientes ron Miastenia grave o Síndrome de Eaton Lamben. Aunque no está demostrado que tenga efectos indeseables en pacientes embarazadas, es aconsejable que la paciente compruebe que no lo está.
Como potenciales efectos secundarios están los dolores de cabeza, debilidad muscular en las áreas tratadas, enrojecimiento, dolor o caída de los párpados. Cuando aparecen, suelen ser transitorios y de intensidad leve.
Ten la seguridad de que no hay casos descritos de botulismo por el uso de toxina botulínica a las dosis recomendadas ya sea para la mejora estética o de otras condiciones médicas.